Cómo abordar con los niños la sobreinformación que les llega sobre un accidente con múltiples víctimas

Ingeborg Porcar. Directora de la Unidad de Trauma, Crisis y Conflictos de Barcelona (UTCCB)
24/03/2015

Cuando se produce una accidente grave, con múltiples víctimas, como el del accidente de avión de Germanwings, se genera una sobreinformación y un aluvión de imágenes de los que difícilmente podemos proteger a nuestros hijos y que, por tanto, debemos gestionar de forma proactiva.  

Hasta hace relativamente poco tiempo, se consideraba que los niños y niñas menores de 8 o 10 años, y especialmente aquellos en edad preescolar, quedaban al margen de posibles efectos negativos de dichas informaciones, “protegidos” por su relativa inmadurez cognitiva. Pero estudios realizados en los últimos 10 años han demostrado justamente lo contrario y han permitido entender por qué.

Esta situación de sobreinformación reúne dos características importantes:

  • Está presente en todos los espacios de la vida: en las portadas de la diarios, que reproducen fotografías a gran tamaño y que se ven en cualquier quiosco, en la calle, camino de la escuela, del parque; en cualquier televisión, y no sólo a la hora de las noticias, sino de forma muy reiterada a casi cualquier hora; incluso en la radio, a la que habitualmente ni nosotros ni nuestros hijos prestan tanta atención, pero que estos días repiten una y otra vez la última hora y el balance de víctimas producidas y la evolución de los heridos. 
  • Muestra imágenes e informaciones que suponen un reto cognitivo para los niños menores de 8 años y que, por este motivo, pueden resultar amenazadoras para ellos. Un niño en edad preescolar no sabe entender que, a pesar de que vea una y otra vez las imágenes del momento del accidente, éste sólo se produjo una sola vez. Tampoco sabe valorar si este tipo de accidentes ocurren a menudo y si ha sido cerca o lejos de su casa. Pero quizá lo más importante es que las informaciones le confrontan con el dolor, con la idea de la muerte y del sufrimiento físico, algo que, dependiendo de su edad, quizá no había pensado aún. 
Desde esta perspectiva, es más que aconsejable que las familias ofrezcan a los niños un marco de referencia para entender aquello que están viendo, para poder abordar sus dudas y sus miedos y para tranquilizarlos. 

¿Cómo saber si es mejor hablar de lo ocurrido o no hacerlo?

Aunque improbable, puede ocurrir que nuestros hijos no hayan tenido contacto con las imágenes del accidente o no se hayan percatado de su gravedad. En esos casos, realmente sería contraproducente abordar el tema, porque podríamos generar una inquietud innecesaria.

Por tanto, aconsejamos preguntarles a los niños si últimamente han visto alguna cosa en la televisión o en los diarios que les ha llamado la atención. O, en el caso de niños de entre 6 y 8 años, si saben lo que ha ocurrido recientemente en el caso del accidente de avión. En caso afirmativo, continuaremos hablando con ellos sobre lo ocurrido. 

De lo contrario, no lo abordaremos directamente. Les diremos que ha habido unos problemas (sin especificar) y que algunos adultos y niños más mayores han estado viendo la televisión e informándose. Pero que estas informaciones a veces confunden a niños de su edad. Y que por ello les aconsejamos que siempre que alguna noticia les llame la atención nos pregunten para que así lo podamos hablar entre todos.

¿Cómo abordar el tema?

Preguntas como las siguientes pueden ayudarnos a guiar la conversación con nuestros hijos:

  • ¿Qué has visto?
  • ¿Qué crees que ha pasado?
  • ¿Qué foto (imagen) te ha llamado la atención?
  • ¿Tú sabes lo que es un accidente?
  • ¿Y qué piensas por qué ocurren los accidentes?
  • ¿Sabes dónde ha ocurrido? ¿Eso está cerca o lejos de aquí?
  • ¿Conoces a alguien que haya tenido un accidente?

La idea que subyace a estas preguntas es evaluar qué información tiene el niño y cómo la ha interpretado. Sólo así podremos tranquilizarle y corregir o complementar su visión sin añadir preocupaciones o informaciones que aún no ha entendido o pensado.

¿Cuál es la mejor forma de responder a las preguntas que nos formulan nuestros hijos?

La mejor manera de dar respuesta  a las preguntas y a los comentarios de nuestros hijos supone respetar los siguientes principios:

  • Responder a todas las inquietudes y comentarios que nos hagan los niños, sin valorar su contenido y con máximo respeto por lo que han pensado y les inquieta. 
  • Tratar, siempre que se pueda, de tranquilizar a nuestros hijos, haciéndoles ver que los accidentes no son frecuentes y mucho menos son siempre tan graves como el que nos ocupa. En este sentido, poder referenciar a alguien que tuvo un accidente y que ahora está bien ayuda mucho a reducir los miedos. 
  • Subrayar siempre la disponibilidad de ayuda en nuestra sociedad: si nos ocurre algo hay muchas personas que nos ayudan (la policía, los bomberos, las ambulancias, etc.).
  • Ser absolutamente honestos con nuestras respuestas: si hacemos falsas promesas a nuestros hijos, éstos se van a sentir engañados. En el caso de los accidentes, esto supone explicar que los adultos que les llevan en coche van con mucho cuidado y que por eso también es importante llevar los sistemas de retención infantil y los cinturones siempre bien puestos. Pero no les podemos prometer que jamás tendremos un accidente. 
  • Responder sólo a lo que ha preguntado o comentado nuestro hijo, sin ir más allá, ya que con ello podríamos estar generando nuevas dudas o miedos. Pero jamás debemos de dejar preguntas sin contestar. 
  • Hay una pregunta que suele presentar dificultades cuando las familias abordan estos temas con sus hijos. Es la referida a la culpa, a la responsabilidad del autor del accidente. Es aconsejable evitar profundizar en esta cuestión. A los niños les preocupa saber si podemos evitar tener un accidente o no podemos. Y tener conocimiento de que hay conductores negligentes e imprudentes es amenazador, incluso para los adultos. Por tanto, sugerimos comentar que para que se produzca un accidente tienen que ocurrir varios errores y todos a la vez y que por eso es complicado saber si se podría haber evitado. 

¿Qué preguntas suelen ser las más habituales?

Para prepararnos para hablar con nuestros hijos, podemos reflexionar previamente sobre las siguientes preguntas que habitualmente formulan los niños:

  • ¿Duele mucho tener un accidente?
  • ¿Dónde llevan a los niños y las demás personas que tienen heridas?
  • Si los médicos siempre nos ayudan y nos curan, ¿por qué se han muerto esas personas? ¿Es que no había médicos ni hospitales?
  • ¿Dónde van las personas que se mueren?
  • ¿Qué es morirse?
  • ¿Hay niños que se han quedado sin papá o sin mamá? ¿Quién los cuida entonces?
  • ¿Nosotros podemos tener un accidente? 
  • ¿Tú te puedes morir?

Quizá pueda parecernos algo amenazador hablar con nuestros hijos de sucesos tristes y traumáticos como las catástrofes naturales. Y nos puede dar la sensación de que hablar de estas cuestiones genera miedos.

Tengamos en cuenta dos ideas al respecto:

  • Cuando un niño tiene preguntas y no sabe o no puede encontrar respuestas, se las da él mismo o lo habla con otros niños de su edad. Y las respuestas que construye sin ayuda de un adulto siempre son más amenazadoras que las que les vamos a brindar nosotros, los adultos, desde la comprensión de lo que les inquieta.
  • Si nuestro hijo es pequeño, ésta sea quizá la primera vez que se enfrenta al dolor humano. Pero no será la última. Acompañarle y ayudarle a entender qué ocurre cuando la vida nos plantea situaciones duras es modelar su respuesta ante la vida y prepararle para el futuro.  

Artículo realizado por la UTCCB:

La Unidad de Trauma, Crisis y Conflictos de Barcelona (UTCCB) es el centro de prevención y gestión de situaciones críticas de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), que ofrece intervención psicológica especializada a individuos, grupos y organizaciones en el antes, el durante y el después de un evento traumático.

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