El Gato con Botas

Del cuento de Charles Perrault a la gran pantalla. El Gato con Botas hace su salto al cine con la voz de Antonio Banderas y, en algunas salas, en 3D. Gracias a su fuerza y personalidad, el divertido personaje secundario que apareció hace pocos años al lado del ogro Shrek se ha ganado una película para él solo. De hecho, El Gato con Botas no llega solo: los valores de la amistad, el honor y la honradez le acompañan en esta nueva aventura de cine.
Los cuenta-cuentos saben que existen tantas historias como narradores. Solo se les pide ser fieles a la idea original. En este caso, se confía tal tarea al divertido secundario que apareció hace pocos años junto a Shrek, el Gato con Botas, con tanta fuerza y personalidad que ha merecido una película para él solo. Más o menos como lo que hizo Charles Perrault con él hace casi tres siglos. Por cierto, a pesar de su tono desenfadado, El Gato con Botas tiene también, como corresponde a los cuentos clásicos, una moraleja acerca del valor de la amistad, del honor y de la honradez.
Como en anteriores ocasiones, porque el equipo de guionistas y el director trabajaron en las aventuras de Shrek y en Hop, aparecen elementos de diversas historias populares. Sin embargo, la línea argumental de El Gato con Botas es original, un desenfadado disparate en el que se mezcla acción y humor, y una buena dosis de ingenio. Está particularmente bien logrado el arranque y la caracterización de los protagonistas. El desarrollo es un enorme carrusel en el que suceden tantos episodios y se embrollan de tal manera que, al final, los realizadores tienen que dar las explicaciones a golpe de discursos y la historia pierde fuelle.
La realización es impecable y el 3D, aunque innecesario, embellece aún más una hermosa película que gustará a los más pequeños.
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