Salut recomienda que los niños participen en la decisión sobre la cantidad que deben comer

Rueda de prensa de la presentación del informe
Fecha: 
09/03/2016

¿Qué cantidad de comida hay que servir enl os platos de los niños? ¿Hay que insistir en que se lo acaben todo? ¿De qué pueden repetir y de qué no? Estas son algunas preguntas que a menudo se formulan los adultos en relación con las comidas de los niños, tanto en casa como en los comedores colectivos.

Este hecho ha llevado a revisar el conocimiento actual sobre la influencia que tiene la actitud del adulto en las cantidades que debe comer un niño para cubrir sus necesidades y fomentar la diversificación alimentaria.

Así, la Agencia de Salud Pública de Catalunya (ASPCAT) ha elaborado un documento en el que se apuntan recomendaciones para las comidas de los niños, tanto en los comedores escolares como también extensibles al día a día de las familias. Y una de las principales conclusiones que contiene y propone el documento es que el adulto establezca qué, dónde y cuándo come el niño, pero dejando que el niño participe en la decisión sobre las cantidades.

Además de ayudar a promover la responsabilidad sobre su alimentación, el hecho de dejar que lo haga puede contribuir a evitar o reducir el desperdicio alimentario, ya que se pueden ajustar las cantidades de manera más real que a partir de unos valores fijos o estándares.

El documento (de momento en catalán y en breve también se publicará en castellano) Acompañar las comidas de los niños: consejos para comedores escolares y para las familias apunta que el acompañamiento de los adultos en las comidas debe ser respetuoso, sin coerciones y teniendo en consideración los gustos y la sensación de hambre de los niños.

Hay estudios que señalan que los adultos a menudo hacen que los niños coman más de lo que marcan sus señales de autorregulación innatos, es decir, más de lo que indica su mecanismo de hambre-saciedad. Tanto en casa como en otros entornos donde comen los niños se detecta a menudo una insistencia, a veces llevada al límite (castigo-recompensa), para acabar raciones de comida estándares que pueden no estar en relación con las necesidades reales de algunos niños y niñas.

Además, ejercer presión sobre los niños para que se acaben el plato puede hacer que aumente la resistencia a comer. Asimismo, insistir para que coman un alimento determinado no conduce a una buena aceptación del alimento, sino más bien a crear allí aversiones y otras conductas alimenticias poco o nada saludables que pueden persistir en la edad adulta.
 
El documento considera que no es recomendable, según lo demuestran diversas investigaciones, utilizar frases remarcando los beneficios para la salud de un determinado alimento para que lo consuma -por ejemplo, "te hará fuerte" o "te ayudará a crecer" -, dado que se consigue el efecto contrario: que los niños la asocien con un alimento menos agradable al gusto y coman menos.

El documento apunta que la obesidad es uno de los problemas principales de salud pública mundial también en la infancia -en Cataluña, el 25% tiene sobrepeso y un 16%, obesidad- y, en la línea de la conclusión principal, recuerda que los niños son capaces de regular su ingesta calórica, que varía de una comida a otro.

La cuestión de la insistencia, con todo, puede dirigirse no tanto a que se acaben la comida, sino que al menos lo prueben o coman una cantidad determinada, para fomentar la diversificación y educación alimentarias y la inclusión de alimentos saludables -como la verdura- en la dieta del niño. Además, tanto en el comedor como en casa puede ser una buena práctica permitir que los niños puedan repetir el primer plato y de frutas y verduras frescas, mientras que se limite una cantidad determinada, más moderada, para el segundo plato (especialmente en el caso de carnes).

Finalmente, también se insta a no limitar el consumo de pan y agua, a facilitar un tiempo no inferior a 30 minutos para comer con tranquilidad y no obligar a ningún niño a quedarse sentado en la mesa más allá del tiempo razonable para terminárselo.

Complemento del Programa de revisión de menús escolares

Para elaborar la guía se revisó la bibliografía científica existente y se ha contado con aportaciones de profesionales de la nutrición, la pediatría y la pedagogía, así como de investigadores de ciencias sociales y alimentarias.

También tiene el apoyo de entidades como la Federación de Asociaciones de Madres y Padres de Catalunya (FaPaC), la Fundación Catalana del Esplai, la Fundación Alícia, el Observatorio de la Alimentación (ODELA) de la Universitat de Barcelona, la Sociedad Catalana de Pediatría, el Colegio de Dietistas-Nutricionistas de Catalunya, el Departament d’Ensenyament y la Secretaría de Familia, entre otras.

El documento se enmarca en las actividades del Programa de revisión de menús escolares (PReME), que se inició en 2006 en el marco del Plan estratégico para la promoción de la salud mediante la actividad física y la alimentación saludable y en convenio con Ensenyament.

El PReME evalúa las programaciones de menús escolares, y consensúa y edita documentos sobre alimentación infantil, entre otros. Actualmente, ha evaluado más de 3.700 programaciones de menús y han elaborado un millar de informes de seguimiento de la implantación y la aceptación de las medidas propuestas, que permiten observar una mejora en el cumplimiento de indicadores diversos, como la presencia de fruta fresca (donde se ha pasado de un cumplimiento de las recomendaciones del 50 al 78%), de alimentos frescos (del 77 al 91%) y de hortalizas (del 65 al 91%), de fritos (del 79 al 90%) y en las frecuencias de los diferentes alimentos (del 45 al 60%).

Este documento y las recomendaciones que contiene tienen una relevancia destacada en cuanto que, aunque no hay que olvidar que el primer aprendizaje alimentario -y el más importante- tiene lugar en el entorno familiar, el actual modelo de vida hace que muchos niños hagan uso del servicio de comedor escolar. Así, hay que garantizar que esta ingesta sea segura en cuanto a la higiene y adecuada desde el punto de vista nutricional y sensorial.

Además, el tiempo de mediodía del comedor escolar se entiende como un momento ideal para desarrollar tareas de educación alimentaria y fomentar hábitos saludables y sostenibles en coordinación con la familia, la escuela y la sociedad.