Vigorexia, o la obsesión por el músculo: una práctica creciente

29/04/2019

En 1993, el psiquiatra estadounidense Harrison G. Pope utilizó el término vigorexia para definir la obsesión de algunos por tener un cuerpo musculoso. La sociedad está cambiando muy deprisa y también lo hacen los problemas de la población. Algunos de estos cambios implican la aparición de nuevos trastornos como es la vigorexia.

¿Qué es la vigorexia?

La vigorexia es un trastorno mental no estrictamente alimentario, que se conoce también como complejo de Adonis. Se calcula que en España puede haber unos 700.000 afectados; sin embargo, aún no se ha etiquetado como enfermedad.

Las personas que sufren vigorexia tienen una obsesión tan grande por el aspecto físico que pasan mañana y tarde en el gimnasio, se miran siempre en el espejo y nunca se encuentran satisfechos con su cuerpo. Este sobredimensionado culto al cuerpo se manifiesta en una práctica excesiva del deporte, y tiene como objetivo principal la obtención de una mayor masa muscular. Además de la práctica desmesurada de ejercicio físico, esta alteración da lugar a una serie de reacciones que se dan en el organismo (en el que están involucradas hormonas y neurotransmisores), que provocan un proceso de dependencia a este ejercicio físico.

A menudo la alimentación también se ve alterada ya que, supeditándola a la consecución de sus objetivos, acaban suprimiendo las grasas para consumir proteínas e hidratos de carbono en exceso, con el consiguiente efecto negativo que esto representa en la salud.

¿Qué hay detrás de un vigoréxico?

Parece que los vigoréxicos tienen una predisposición genética a los comportamientos obsesivos y compulsivos, pero también intervienen factores socioculturales, como la influencia de los medios, que presentan el hombre fuerte y atlético como modelo de salud y de éxito social y sexual. Por otra parte, las personas con vigorexia comparten rasgos individuales: baja autoestima, nivel alto de autoexigencia y baja tolerancia a la frustración.

En la mayor parte de los casos, el exceso de ejercicio es síntoma de algún problema subyacente, desde causas individuales como depresión, ansiedad o trastornos obsesivos-compulsivos a causas socioculturales, como los estereotipos estéticos.

El perfil de los potenciales afectados identificados por la Consejería de Sanidad de la Xunta de Galicia en 2010 es el de un hombre joven, de entre 15 y 35 años, con rasgos en su personalidad que incluyen introversión, inseguridad y baja autoestima. En la Unión Europea entre el 5% y el 6% de los clientes de centros deportivos tienen riesgo de padecer este trastorno.

La vigorexia afecta principalmente a hombres, pero las mujeres también pueden padecerla. Como los enfermos de anorexia y bulimia, los vigoréxicos no se sienten satisfechos con el cuerpo que tienen y hacen todo lo posible para tener un aspecto atlético y musculoso.

El peligro del dopaje

La práctica desmesurada de deporte a que se someten los vigoréxicos provoca síntomas variados como fatiga generalizada o aumento del dolor muscular y articular. Esto supone que a menudo los enfermos de vigorexia también recurran al dopaje para obtener un incremento de la masa muscular y disminuir la fatiga.

Los productos dopantes más utilizados son los anabolizantes, derivados sintéticos de la testosterona (hormona sexual masculina), y suelen tener muchos efectos secundarios perjudiciales para la salud: causan impotencia, provocan la caída del cabello, irritabilidad, crecimiento desproporcionado de las glándulas mamarias, euforia o depresión y, en los casos más extremos, enfermedades de corazón y de hígado.

Pradeep Bala; el caso de un testimonio

Pradeep Bala, de 25 años, es un joven objetivamente grande: con brazos enormes, hombros anchos y un pecho gigante, que se siente descontento con su talla. "Hay días en que me miro al espejo y me doy asco", dijo a la BBC. "Cuando me veo flaco me digo a mí mismo:" ¿Qué te pasa? ¿Eres débil, qué problema tienes? mírate, ¿qué has hecho? Y me empiezo a pegar a mí mismo con fuerza "Su obsesión por conseguir lo que él considera un" cuerpo perfecto "le llevó hasta la" vigorexia".

En el Reino Unido se estima que uno de cada 10 hombres que van al gimnasio sufren este trastorno, que puede conducir a la depresión, el abuso de esteroides e incluso al suicidio.

Para Pradeep todo comenzó cuando empezó a comparar su cuerpo con el de los hombres que veía en las revistas. "Mi historia es la clásica historia de quien ve a un tipo en una revista y quiere ser igual", describió a la BBC. "Entonces entro en un diálogo interno que es un círculo vicioso. Me digo, “pórtate como un hombre". "Es una discusión muy negativa que poco a poco me causa más ansiedad y depresión", reconoce.

Este londinense, que vive solo, explica que al principio, cuando empezó a entrenar y seguir una dieta estricta, se sintió muy bien. Pero pronto esta rutina comenzó a dominar su vida y ya no importaba cuánto músculo iba ganando, siempre quería más.

Cómo detectar la vigorexia

Un estudio realizado en la comunidad de Madrid, entre 618 adolescentes de entre 13 y 17 años, revela que el 18% muestran una preocupación patológica de la imagen corporal, el 32% tiene una preocupación grave por la imagen corporal y un 19,57 conoce la existencia de anabolizantes. Esto indica que la problemática de la vigorexia es una realidad que está creciendo en nuestro país, y la comunidad médica debe prepararse ejerciendo una labor de prevención e información en nuestros jóvenes.

El trastorno suele manifestarse mediante tres características: dependencia, tolerancia y supresión. La dependencia es la sensación que el ejercicio es necesario para sentirse bien y, muy a menudo, hace que se eludan muchos compromisos que también deberían ser valorados a fin de satisfacer esta necesidad, como el trabajo, la familia o los amigos. La tolerancia indica que cada vez hay más ejercicio para alcanzar la misma sensación: sentirse bien. La supresión es la sensación de cansancio o debilidad 24 o 36 horas después de faltar a alguna sesión programada de ejercicio.

Comportamientos asociados al trastorno:

  • Esforzarse excesivamente en el gimnasio.
  • Entrenar compulsivamente.
  • Utilizar esteroides anabólicos.
  • Observar excesivamente el cuerpo frente al espejo.
  • Abusar de los suplementos alimenticios y beber constantemente batidos de proteínas.
  • Irritabilidad y ataques de ira.
  • Depresión y manías.
  • Pánico si se pierde una sesión de gimnasio.
  • Continuar el entrenamiento cuando se está lesionado.
  • Dar prioridad al entrenamiento sobre la familia y la vida social. 

La vigorexia tiene solución

Si uno cree que tiene vigorexia o sabe de alguien que tenga los síntomas, no hay que alarmarse. Este trastorno tiene solución, pero es imprescindible la ayuda de un profesional.

Ante el diagnóstico de vigorexia se deberá seguir un tratamiento con un equipo médico multidisciplinar, que pasa por una terapia psicológica y, si es necesario, para la reeducación de los hábitos alimentarios.

Acceso a la fuente de consulta:

El trastorno de la vigorexia. Sant Joan de Déu [Fecha de consulta: 29/04/2019]

Vigorexia. Collegi de Farmacèutics de Barcelona [Fecha de consulta: 29/04/2019]

La incidencia de la vigorexia en adolescentes. Un problema clínico y legal. Psiquiatria.com [Fecha de consulta: 29/04/2019]

Vigorexia, cuando la obsesión por volverse cada vez más musculoso se convierte en enfermedad. BBC [Fecha de consulta: 29/04/2019]

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