Obstrucción del conducto lagrimal ¿Cómo actuar?
No es nada raro que el conducto que transporta las lágrimas desde el ojo hasta la nariz no se haya desarrollado completamente al nacer, o esté parcialmente cerrado. Aproximadamente, en un 90% de los casos el problema se soluciona espontáneamente antes de que el niño cumpla un año, pero si persiste hay que consultar al médico.
Unas glándulas producen lágrimas de manera constante para proteger la superficie ocular, sin que nos percatemos. Estas drenan hacia unas pequeñas aberturas en la esquina interna de ambos párpados superiores e inferiores, llamadas puntos lagrimales, y desde allí se dirigen a la cavidad nasal.
La obstrucción congénita (desde el nacimiento) o adquirida de alguna parte de este conducto, llamado conducto nasolagrimal, provoca que las lágrimas se acumulen y acaben desbordándose sobre la cara o las mejillas, incluso cuando no se llora. También puede presentarse como enrojecimiento o irritación de la superficie del ojo, costras (lagrimas secas) pegadas a la piel de los párpados, y en los casos más severos, puede asociarse a una infección.
Este es un problema muy frecuente, se estima que entre un 6 y un 20% de los bebés podrían tener algún tipo de obstrucción del conducto nasolagrimal. Por desgracia, este problema no se puede prevenir. Habitualmente nos percataremos de este lagrimeo inusual del bebé durante las primeras dos o tres primeras semanas de vida, aunque puede aparecer en cualquier momento.
Para ayudar a desobstruir el conducto nasolagrimal, se puede masajear la zona entre los puntos lagrimales y la nariz (el saco lagrimal) con el dedo limpio o alguna toallita de limpieza palpebral, de arriba abajo, presionando contra la piel de la raíz de la nariz repitiéndolo mínimo de 8 a 10 veces, unas tres o cuatro veces al día. Esto nos ayudará también a prevenir infecciones del conducto si las lágrimas se estancan en el saco lagrimal, o las conjuntivitis si se estancan en la superficie del ojo, problemas para los que el pediatra prescribirá un antibiótico en forma de colirio, pomada oftálmica o vía oral dependiendo del caso.
Si no se llegara a solucionar la obstrucción del conducto lagrimal pasado los 12 meses de edad, se deberá acudir al oftalmólogo, quién determinará si fuese necesario realizar una breve intervención para desobstruir este conducto, que suele realizarse bajo anestesia general. Esta intervención consiste en abrir el conducto lagrimal bloqueado del niño mediante un procedimiento de sondeo, intubación o cateterismo, dependiendo del caso. Estos procedimientos son efectivos en la gran mayoría de los casos, limitando la realización de cirugías más complejas sólo en la minoría de pacientes que presentan una obstrucción del hueso que atraviesa este conducto para llegar a la nariz.
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Esta información es de carácter divulgativo y no sustituye la tarea de los equipos profesionales de la salud. Si necesitas ayuda, ponte en contacto con tu profesional de referencia.
Publicación:
15/01/2013
Última modificación:
18/07/2023