Obesidad infantil, ¿de quién es la culpa?

07/01/2014

Uno de cada cuatro niños de entre 5 y 14 años pesa por lo menos un 10 % más de lo que sería recomendable.

Los expertos opinan que no hay un sólo culpable al que responsabilizar de este epidemia con una tendencia creciente, pero que todos formamos parte de esta situación y debemos actuar con rapidez. 

Algunas personas siempre empiezan una conversación haciendo referencia de una forma clara y directa al peso corporal. Piensan que si se engorda es a favor de la salud, y si se adelgaza es porque o se está enfermo o se está a punto de enfermar.

Esta regla la aplican con todos, mayores y pequeños. Tanto es así que cuando ven a un niño gordito dicen: "mírale, está lleno de vida”, y en el caso contrario dicen: “tienen que llevarle al médico”. Seguramente estas personas fueron educadas en una época en donde el hambre y las pocas posibilidades hicieron que su pensamiento límbico y cortical fuera el que acabo de describir.

Ahora se ha avanzado extraordinariamente y sabemos de la necesidad de que nuestros niños tengan una dieta equilibrada, una práctica regular del ejercicio físico y unos hábitos de funcionamiento diarios que caminen en la dirección opuesta al sedentarismo y al consumo de calorías. Es por ello que hay que reflexionar sobre algunas cuestiones.

¿Qué significa que un niño cene solo delante de la tele? ¿Qué significa que un niño decida cada día qué quiere merendar en el horno del lado de su escuela? ¿Qué significa que un niño sea capaz de determinar el menú que se servirá en casa? ¿Qué significa que un crío se siente ante el ordenador desde que termina la escuela hasta que se acuesta? ¿Qué significa que no ayude en las tareas domésticas (adecuadas para la edad)? ¿Qué significa que un niño al que no le guste la verdura tenga como sustitutivo otro plato? ¿Qué significa que el niño se acueste mientras los padres, preparan, recogen, limpian...? ¿Qué significa todo esto?

Significa, entre otras muchas cosas, que este chico, en su libreta de ahorro energético (las calorías) tiene unos gastos muy pequeños, y en el caso de que los ingresos sean normales o mayores, el saldo resultante en su cuerpo es igual a obesidad infantil. Si entran pero no salen se quedan, se acumulan, y eso hace que el chico o la chica termine sufriendo sobrepeso.

Teniendo en cuenta que un niño o niña de ocho años ingresa o debería ingresar de promedio unas 1500–1700 calorías al día, y sabiendo de la necesidad de quemarlas, lo que deben promover los padres son actitudes de desgaste, de movimiento, de reducción y, además, de saber controlar los alimentos, pues una sola cola equivale a 150 calorías, y todos conocéis niños que comen y cenan con este refresco.

Los niños no deben estar gordos, los niños deben estar sanos, y esto responde a dos premisas básicas: “como adecuadamente y muevo el culo, me muevo”. Como padres y madres tenemos la responsabilidad de controlar ambas cuestiones, una debilidad en cualquiera de ellas decanta la balanza hacia el exceso.

Es importante recordar que un 60 % de los niños que son obesos entre los 3 y los 6 años lo seguirán siendo en el futuro. Estos niños después arrastran complicaciones de salud: problemas respiratorios, diabetes... Además, se entra en la rueda de no practicar ejercicio por vergüenza, miedo, pereza o incapacidad.

JOAN CARLES FOLIA

Joan Carles Folia, Director gerente de ORGANITZA SL, empresa de servicios deportivos y educativos.

Licenciado en CAFE, maestro y coach deportivo y educativo.

Organitza S.L