Fiebre y erupciones en la piel. ¿Qué debemos saber?

07/10/2015

El otoño ya está aquí y, con él, el inicio de la época de los virus respiratorios, responsables de la mayoría de casos de erupciones con fiebre en niños. 

Las erupciones en la piel, conocidas en medicina como exantemas, pueden tener múltiples causas. Sin embrago, en niños la mayoría de ellas son producidas por infecciones víricas, motivo por el cual la erupción se acompaña de fiebre (erupción febril) y generan mayor preocupación en sus padres. 

Tipos de erupciones febriles

Las erupciones febriles pueden ser de muchos tipos y manifestarse con diferentes clases de lesiones.

Entre ellas, las más frecuentes son: máculas (manchas planas), pápulas (lesiones sólidas, con relieve), vesículas o ampollas (lesiones con contenido líquido), petequias o equimosis (pequeños “derrames” de sangre en forma de puntos o manchas en la piel) o habones. En otros casos, toda la piel adquiere una coloración rojiza, más o menos intensa, en cuyo caso se denomina eritrodermia. Existen otros tipos de lesiones menos frecuentes.

¿Cómo se diagnostica la causa de una erupción febril?

No existe un tipo de lesión que sea específica de una única enfermedad. Por eso, el diagnóstico que realiza el médico se basa no sólo en el tipo de lesiones sino también en:

  • La edad del paciente. Hay algunas erupciones típicas de algunos rangos de edad y otras que son raras en otras edades, lo cual puede orientar el diagnóstico. La escarlatina, por ejemplo, es una infección típica de niños en edad escolar y rara en menores de tres años.
  • Los antecedentes del niño, pues algunas enfermedades crónicas y algunos tratamientos farmacológicos, sobre todo antibióticos, administrados en niños con fiebre pueden producir erupciones cutáneas.
  • El estado de vacunación del niño, pues algunas enfermedades infecciosas exantemáticas son prevenibles mediante la vacunación (sarampión, rubéola o varicela).
  • Su distribución por el cuerpo. Algunas erupciones afectan más intensamente a zonas concretas del cuerpo. En el caso de la enfermedad boca-mano-pie, como su nombre indica, las lesiones se distribuyen principalmente en estas tres zonas. 
  • Su evolución con el paso del tiempo. En muchos casos el aspecto de las lesiones y su distribución por el cuerpo cambian con el paso de las horas o de los días. La varicela, por ejemplo, suele aparecer inicialmente como pequeños granitos en cara y cuero cabelludo, que posteriormente se convierten en vesículas (pequeñas ampollas) y aparecen por el resto del cuerpo.
  • El tipo de síntomas que produce la erupción en el niño: picor, dolor o ninguno de los dos (asintomática). La varicela o la urticaria, por ejemplo, producen típicamente picor, mientras que la escarlatina o el megaloeritema suelen ser asintomáticos.
  • El resto de manifestaciones que acompañan a la erupción: el grado de fiebre o la presencia de manifestaciones que orienten sobre el origen de la infección, tales como cuadro catarral (aumento de mucosidad nasal, tos) o gastrointestinal (vómitos, diarrea).
  • Otros hallazgos en la exploración física del niño, de donde se puede deducir el origen de la infección. En la mayoría de los casos se producen por infecciones respiratorias. 

¿Cuáles con los signos de alarma?

En primer lugar, cualquiera de los signos de alama en un niño con fiebre: edad inferior a tres meses, dolor de cabeza intenso que no mejora al bajar la temperatura, vómitos frecuentes, dificultad respiratoria, convulsiones, decaimiento o irritabilidad. 

Si las lesiones de la piel no desaparecen al presionarlas con el dedo. En este caso puede tratarse de petequias. Si bien en la mayoría de casos las petequias aparecen en enfermedades infecciosas banales o son consecuencia de tos intensa o vómitos repetidos, si la erupción es muy extensa o si las lesiones van aumentando de tamaño es aconsejable la valoración urgente del niño.