Cómo ayudar a nuestros hijos en su educación psicológica y emocional

Desde que nacemos y durante toda nuestra vida, nos encontramos en continuo contacto con nuestras emociones y estado psicológico en general.
Diferentes situaciones alteran nuestro estado emocional y psicológico:
- Nerviosos ante una situación desconocida.
- Alegres cuando conseguimos alcanzar la meta tan soñada.
- Tristes cuando no conseguimos un objetivo, perdemos un valor positivo de nuestra vida o nuestro día a día no encaja con nuestros deseos.
- … y un largo etcétera de situaciones que a todos nos provocan reacciones emocionales y psicológicas más o menos intensas, pero emociones, al fin y al cabo.
Costaría imaginarse un mundo carente de emociones en la que simplemente nos guiásemos por nuestros procesos más racionales.
Desde hace unos años las emociones están adquiriendo el papel central que les corresponden en nuestra cultura personal, social y en la salud.
Las emociones y cuidado del estado psicológico, han pasado de evitarse o bloquearse, a su reconocimiento y aceptación social, con el objetivo de hacernos personas más equilibradas, reflexivas y seguras de nosotras mismas. Al fin y al cabo, más adaptativas.
Sabemos que las emociones y el equilibrio psicológico, juegan un papel esencial en nuestra vida cotidiana y es posible educar sobre ellas.
Cuidado del equilibrio psicológico infantil y juvenil
La educación emocional y cuidado de nuestro equilibrio psicológico, es un proceso continuo que se da a lo largo de nuestra vida y que no finaliza en ningún momento.
El cuidado psicológico y emocional en los primeros años de nuestros hijos, será crucial para conseguir una serie de competencias como:
- Adquisición de conocimiento sobre las propias emociones y psicología.
- Saber identificar las emociones de los demás.
- Denominar lo que estoy sintiendo de manera correcta.
- Adquirir habilidades para regular las emociones y estado psicológico.
- Tener una mayor capacidad para tolerar la frustración.
- Disminuir las consecuencias nocivas de las emociones desagradables.
- Tener la capacidad de generar emociones agradables.
- Desarrollar la capacidad para auto motivarse.
- Tener una actitud más positiva ante la vida.
¿Qué podemos hacer los padres para mejorar el equilibrio y control psicológico de nuestros hijos?
Lo primero que debemos saber es que, ya que las emociones están presentes en todos nuestros ámbitos, éstas no se deben enseñar simplemente en momentos puntuales o estar adscritas a entornos controlados como durante un proceso terapéutico.
Dicha educación emocional o psicológica se debe instaurar en la vida del menor y realizarla de manera vivencial y continuada, en los entornos donde los niños juegan, crecen, se desarrollan y experimentan. En cuanto a las orientaciones generales para la educación podemos destacar:
Entender que somos un modelo para nuestros hijos
Es innegable que, durante los primeros años de vida, el modelo de aprendizaje más importante para los niños son sus padres. Cuando un niño no sabe cómo afrontar una situación, busca al adulto de referencia para hacerlo de manera similar.
Por lo tanto, debemos estar más pendientes en la forma de actuar ante situaciones complicadas, si las enfrentamos de manera poco adaptativa, el niño tenderá a repetir nuestra conducta.
Aprovechar cualquier momento para atender a las emociones del niño
Si nos centramos en su forma de jugar, en los momentos en los que se relaciona o como experimenta las situaciones novedosas, adquiriremos más capacidad para entender como está sintiendo nuestro hijo. Todas las emociones, independientemente de la edad o la situación, son importantes, aunque para el adulto pueda ser poco relevante.
Crear espacios para hablar y escuchar de manera activa
Debemos fomentar la comunicación afectiva y la validación emocional y psicológica.
Crear espacios alejados de prejuicios en los que el niño se sienta comprendido y tenga la capacidad para expresar lo que siente, sin temor a ser juzgado o rechazado.
Debemos comprender que la emoción que experimentamos surge de una interpretación subjetiva y única, por lo tanto, lo esencial es reconocer y aceptar que se siente de una manera determinada, para su posterior regulación.
Trabajar con el menor la diferencia entre la emoción y el comportamiento
Como explicábamos anteriormente, el primer paso es reconocer la emoción y validarla para una mayor adaptación, pero también tenemos que comprender que el hecho de que se sienta de una determinada manera, no justifica su comportamiento.
Tenemos que ayudar a los menores a reconocer sus emociones y buscar maneras adecuadas de expresarlas y compartirlas.
Por lo que respecta a las recomendaciones expuestas, es importante entender que la familia es el mejor lugar para aprender desde el principio a regular y gestionar de manera más adecuadas las emociones, ya que es el entorno principal en el que se desarrolla el menor.
Por lo tanto, debemos comprender que difícilmente los niños desarrollaran una adecuada competencia emocional si sus padres no gestionan adecuadamente sus conflictos.
A lo largo de toda su vida los menores irán afrontando diversas crisis psicológicas, como peleas en el colegio, malas notas, desencuentros emocionales, etc.
El modo en que se enfrentan a estas situaciones vitales y psicológicas, será un reflejo de lo que la familia en su conjunto hace con las suyas.
El menor que crece en un entorno emocional sano y psicológicamente equilibrado, se sentirá más protegido y seguro de sí mismo, y eso le ayudará a afrontar los conflictos de manera más adecuada.
Es importante que los padres, estén pendientes de orientar a sus hijos en el control de su estado psicológico. Para ello serán de gran ayuda las charlas informales sobre el día a día y los diferentes problemas y satisfacciones del menor.
Los padres, más experimentados que los hijos en afrontar todo tipo de situaciones, emociones y vivencias psicológicas, podrán ayudar al menor a resolver los contratiempos de su vida, minimizando en lo posible el desgaste psicológico y ayudándoles a encontrar las soluciones más favorables.
Gracias al crecimiento del cuidado psicológico en nuestra vida, a día de hoy, las familias con situaciones emocionales a resolver más complejas (depresión, estrés, problemas de adicciones, bloqueos sexuales, problemas de pareja…), pueden encontrar de forma sencilla apoyo profesional, ya que existen muchos centros de psicólogos para adultos, pero también muchos psicólogos especializados en edades infantiles y juveniles (problemas en los estudios, trastornos de hiperactividad, miedos infantiles, rebeldía, orientación a los padres…).
De todos modos, con un buen cuidado en casa se pueden resolver gran parte de los contratiempos emocionales y psicológicos en edad infantil y juvenil. Hablar de forma abierta y relajada con nuestros hijos, es el primer paso.
Artículo escrito por:
Juan López Vico