Los abusos de tipo sexual contra los menores son uno de los aspectos que más preocupa a los padres, ya que se trata de un peligro contra el cual los niños están indefensos.
Además de ayudar a prevenir abusos en general, enseñar esta regla a los más pequeños ayudará a que aprendan otros principios básicos sobre su propio cuerpo, que tarde o temprano los padres les enseñarán.
1. La intimidad del propio cuerpo
Los niños entenderán que su cuerpo les pertenece, y que las otras personas no deben tocarlo sin su permiso. Los expertos señalan que es importante una comunicación abierta y directa sobre el tema, empleando el nombre correcto de los genitales. Es de vital importancia que comprenda que debe responder con un “no” rotundo cuando un adulto le ofrezca realizar tocamientos. Igualmente, se debe ofrecerle una total confianza, para que no tenga dudas en explicarlo si alguna vez sufre experiencias de este tipo.
2. Un límite comprensible y ajustado a la realidad
La ropa interior es una “frontera” entre los buenos y los malos hábitos de tocarse, y proporciona a los niños un elemento fácil de recordar. Además, se les puede explicar que en algunas ocasiones los médicos o cuidadores pueden necesitar examinarles esas partes, y que si no están seguros de si pueden o no, siempre podrán preguntarlo a un adulto de confianza.
3. Los secretos malos no deben guardarse
Es táctica habitual de algunos abusadores recurrir a “los secretos” entre el niño y él para que sus prácticas queden encubiertas. Los niños deben ser conscientes que si guardan secretos malos, es decir, aquellos que les hacen sentir nerviosos o incómodos, deben contarlos a una persona adulta de confianza. Estos pueden ser padres, madres, profesores o incluso agentes de policía. Sin embargo, los secretos buenos (como un regalo o una fiesta sorpresa, por ejemplo) sí deben ser guardados.
4. El adulto también es responsable de la seguridad
Uno de los efectos psicológicos del abuso es que el menor sienta vergüenza, nervios o miedo. Los adultos deben ser receptivos a esta clase de cambios de conducta, y además deben colaborar creando un clima que no esté dominado por tabúes. De este modo, los niños siempre se sienten libres para expresar cualquier cosa que sientan.
5. Elaboración de la “red de confianza”
Con la “Regla de Kiko”, los niños aprenderán a distinguir a quién pueden contar sus intimidades con plena libertad y a quién no. No obstante, aquí hay que tener presente que en un importante número de casos el abusador es alguien conocido del entorno del niño. Así, no es mala idea preguntar al niño de vez en cuando qué relación tiene con la gente de su entorno, y estar alerta por si se observa alguna conducta extraña con alguien.
Del mismo modo, se le deben recordar al pequeño las reglas básicas para prevenir abusos de fuera de su entorno: no hablar nunca con desconocidos, no aceptar regalos o chucherías de ellos, no subirse nunca a un coche de alguien que no conozcan, etc.
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