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Cannabis: falsos mitos y consejos para padres

Sustancias psicotrópicas de cannabis

El cannabis, una droga común entre adolescentes, tiene efectos y riesgos subestimados. Es importante hablar con los jóvenes sobre sus peligros, fomentar la conciencia y enseñarles a decir no. Señales de alerta para los padres incluyen cambios en el comportamiento y el rendimiento académico, así como objetos relacionados con la marihuana. La educación y el diálogo abiertos son esenciales para prevenir el consumo y buscar ayuda profesional si es necesario. No subestimes los riesgos del cannabis en la adolescencia.

¿Qué es el cannabis o marihuana?

El consumo de drogas y riesgos relacionados son una preocupación recurrente en las familias con menores. La marihuana es una de las drogas más extendidas entre los adolescentes y por eso, en este artículo pretendemos describir qué es el cannabis, qué efectos puede producir en la salud y cuáles son las señales de alarma que se dan cuando una persona está teniendo problemas con el consumo de tóxicos para poder tomar las medidas necesarias.

Recuerda que un buen consejo es informar sobre qué son las drogas, por qué la gente las consume y ofrecer espacios de diálogo para responder a todas las dudas al respecto.

El cannabis o marihuana es un psicotrópico que se obtiene de la planta del cáñamo. Es una droga de bajo coste que se suele fumar, mediante la preparación del llamado “porro” con una manipulación manual, a través de la mezcla con la planta del tabaco o en algunos casos ahumada mediante una pipa. Otras formas de administración conocidas son su utilización en la preparación de determinados alimentos, infusionado como si se tratara de un té o mezclado con otras drogas.

Históricamente su consumo se conoce desde el III milenio a. C. y tradicionalmente los usos que se le han dado han estado vinculados al ocio, a la religión y a la medicina.

A partir de la segunda mitad del siglo XX, el consumo, posesión y venta de productos elaborados con cannabis se declararon ilegales en la gran mayoría de países... la legislación relacionada con la prohibición del consumo de cannabis es a día de hoy distinto según el país y no es unánime a nivel europeo.

Marihuana y adolescentes

La marihuana se puede adquirir de forma muy asequible por los jóvenes, tanto en relación con su precio como en las fuentes de distribución. Estos dos aspectos, reducido coste y facilidad de adquisición, contribuyen al consumo de esa droga por parte de los adolescentes.

Según la encuesta sobre uso de drogas en la enseñanza secundaria en España (ESTUDES, 21) el cannabis es la tercera droga más consumida, detrás del alcohol y el tabaco, entre los estudiantes de 14 a 18 años y la primera consumida entre las drogas ilegales. En la última encuesta, realizada en 2021, se produce una ruptura en la tendencia ascendente que venía registrándose desde 2016.

El 28,6% de los jóvenes admite haber consumido cannabis en alguna ocasión, mientras que aquellos que consumieron en el último año suponen el 22,2% y los que consumieron en los últimos 30 días, el 14,9% de los alumnos. Lo habitual es que el cannabis se consuma de forma esporádica, aunque en algunos casos el consumo puede llegar a ser diario.

La edad media de inicio de consumo de cannabis está a los 14,8 años en chicos y 14,9 años en chicas, sin diferencias significativas entre los sexos, pero como en todas las drogas ilegales el consumo está más extendido en los chicos. Es importante recordar que el inicio precoz del consumo empeora el pronóstico en relación con una adicción a la sustancia. También existe una relación directa entre edad y consumo, a mayor edad mayor prevalencia de consumo de cannabis. La gran mayoría lo consume en forma de porro y mezclado con tabaco.

Sí que encontramos diferencias de género en las preferencias y motivos de uso de la sustancia. Las chicas tienden a iniciar los consumos como estrategia de afrontamiento de malestar emocional y para reducir el estrés y son más propensas a consumir estando solas. Mientras los chicos suelen iniciar más influenciados por los compañeros o en busca de nuevas sensaciones, son más sensibles a los efectos gratificantes de la sustancia y tienden a consumir principalmente en grupos, también suelen tener más consecuencias legales.

Aunque no todos los consumos están considerados problemáticos, es importante conocer los riesgos y contar con información veraz sobre esta sustancia y sus consecuencias. La imagen que tienen los menores del consumo de marihuana, muchas veces va asociada a informaciones que no son verídicas desde el punto de vista científico y de las que queremos dejar constancia con el ánimo de informar y formar tanto a los jóvenes como a sus familias.

Falso mito 1: La marihuana no es adictiva:

El trastorno por uso de cannabis está reconocido como trastorno mental dentro de la categoría de los trastornos adictivos, e incluye como criterios diagnósticos, entre otros, la abstinencia y la tolerancia.

Se considera que una persona tiene una adicción al cannabis cuando existe un patrón continuado de investigación y uso de esta sustancia y que genera un perjuicio psicosocial. Aunque la reacción que comporta el efecto de abstinencia no es prominente, cuando el consumo no es esporádico se conocen las dificultades para el abandono del mismo, por lo tanto, este aspecto confirma el efecto adictivo de esta droga.

Falso mito 2: El cannabis es una droga, inofensiva, sin efectos secundarios, es natural.

Los efectos no deseados del uso del cannabis son múltiples y están bien descritos. Estos incluyen efectos inmediatos por ejemplo, sobre la atención, la memoria, el sueño o el hambre, que suelen mejorar significativamente después de un período sin consumir y de otros riesgos o efectos que pueden ser a medio plazo y más o menos reversibles.

  • Trastornos cognitivos. El sistema nervioso de los adolescentes está en pleno desarrollo durante la adolescencia, por tanto, el consumo de este tipo de droga genera efectos más indeseables en la población joven que en la adulta. Fumar cannabis comporta un doble efecto a nivel del sistema nervioso: el aumento de la actividad cerebral y posteriormente la degradación de la materia gris. Ésta parece ser la explicación que se ha encontrado en algunos estudios, asociada a la reducción del coeficiente intelectual entre los jóvenes que son consumidores habituales.

  • Síndrome amotivacional. Hace referencia al comportamiento "pasota", que no nos importa nada y que "pasamos de todo". Se caracteriza por un déficit en la motivación, con apatía, abulia y falta de interés por hacer cosas.

  • Riesgos en la conducción. El consumo de cannabis altera la percepción del entorno, comporta efectos alucinógenos, provoca somnolencia, aumenta el tiempo de reacción y por tanto disminuye la capacidad de respuesta. Estos aspectos ante la conducción de un vehículo, multiplican de forma considerable el riesgo de accidentes que además puedan afectar y dañar a los acompañantes en el vehículo, o a otros conductores.

  • Cambios de carácter. La irritabilidad y la ansiedad son dos aspectos relevantes que ocasionan el consumo de cannabis y que además deterioran la convivencia familiar.

  • Psicosis y esquizofrenia. La aparición de estos trastornos psiquiátricos en adolescentes se ha descrito no sólo relacionada con los antecedentes familiares, sino también en relación al consumo de marihuana.

  • Hambre y sueño. El aumento del apetito de forma considerable, especialmente vinculado al consumo de dulces, parece ser otro de los efectos secundarios del consumo habitual de cannabis, así como la somnolencia. Hay personas que consumen marihuana para poder dormirse, mientras que en caso de abstinencia el efecto que ocasiona el abandono del consumo habitual es el insomnio.

  • Otros efectos secundarios: conductas sexuales irresponsables, cuando el consumo es por mujeres embarazadas se ha detectado una relación con el reducido peso del recién nacido, favorece el cáncer de pulmón, etc.

Señales de alarma de problemática relacionada con el consumo de marihuana

Las señales de alarma, en este caso, son cambios en el comportamiento que pueden estar indicando que la persona está practicando un consumo de cannabis que le puede traer consecuencias negativas:

  • Pasa menos tiempo con la familia, y más tiempo solo o fuera de casa.

  • Muestra cambios drásticos de carácter, con un alto nivel de irritabilidad.

  • Falta en clase, llega tarde y se reduce su rendimiento académico.

  • Compra objetos diversos en los que aparecen símbolos relacionados con la hoja de marihuana.

  • Pierde interés por sus actividades de ocio habitual.

  • Cambio brusco en el cuidado personal y la higiene

  • Trastornos del sueño con insomnio, pesadillas, ...

  • Pérdida de peso y apetito o apetito excesivo en momentos puntuales.

  • Disminución de la comunicación verbal y afectiva, empobrecimiento del vocabulario

  • Presenta comportamientos asociados a la "conducta de estar drogado" cuando vuelve a casa (habla mucho, ríe en exceso, tiene los ojos rojos o vidriosos...).

  • Cuando llega de la calle se va corriendo hacia su habitación.

  • Huele a marihuana, el olor es inconfundible y suele impregnarse con facilidad en el cuerpo y en la ropa.

  • Tiene instrumental relacionado con las drogas: papel de envolver, filtros, etc.

¿Qué podemos hacer?

La mejor manera de actuar siempre es desde la prevención, antes de que sucedan las cosas, y por eso podemos reforzar los factores que sabemos que protegen de las adicciones:

  • Fomentar la capacidad de pensar de forma crítica

  • Tener una buena adaptación a la escuela

  • Favorecer las habilidades para comunicarse y relacionarse con los demás

  • Desarrollar los vínculos emocionales positivos entre los miembros de la familia

  • Fomentar que participen en actividades lúdicas al aire libre

  • Tener en cuenta la educación emocional. Enseñarle a afrontar situaciones desagradables de una forma saludable

  • Actuar siempre como ejemplo. Nunca será fructífero aleccionar a nuestros hijos sobre lo que nosotros no practicamos. Por tanto, los padres debemos ser los primeros en demostrar que los valores que inculcamos a nuestros hijos, los practicamos.

  • Tener una posición clara con respecto al consumo de drogas. Establecer límites y normas claras respecto a las drogas disminuye el riesgo de tener problemas asociados con el consumo, esto incluye los horarios y dinero

  • Mantenernos informados con información veraz y contrastada

  • Ayudarle a saber enfrentarse a situaciones comprometidas y enseñarle a decir no. En muchas ocasiones la iniciación al consumo de drogas no se produce por voluntad o iniciativa del joven, sino por la vergüenza y la presión frente a sus iguales a decir "no". Enseñarle a tener argumentos favorecedores de esta respuesta, le permitirá, en el momento en que se produzcan estas situaciones, a enfrentarse a ellos con la confianza necesaria para manifestar su negativa ante el consumo de drogas.

Y si ha empezado a consumir, ¿qué podemos hacer las familias?

  • Evitar: culpar, perseguir, criticar, utilizar el castigo como único recurso para evitar que siga consumiendo, perder el autocontrol emocional, encubrir o negar la evidencia.

  • Qué hacer: dialogar y analizar las circunstancias que llevaron al consumo, ofrecer ayuda, mostrar cariño, compartir la preocupación, supervisar sin presionar.

¡Recuerda! Acudir al consejo profesional. En muchos casos, tanto familias como adolescentes necesitan la ayuda de expertos para poder superar la adicción a las drogas. No es necesario avergonzarse de compartir cualquier inquietud con el pediatra, psicólogo o educador. Recordemos que nadie nos enseña a ser padres y madres ni nos prepara para las situaciones que la educación de nuestros niños nos pueda comportar, por tanto, acudir al consejo profesional no sólo será de ayuda para el menor, sino también para los propios padres.

Esta información es de carácter divulgativo y no sustituye la tarea de los equipos profesionales de la salud. Si necesitas ayuda, ponte en contacto con tu profesional de referencia.
Publicación:  21/01/2016 Última modificación:  23/11/2023
marihuana · adolescente
Elena Flores Marquéz
Elena Flores Marquéz
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Psicóloga clínica. Unidad de Conductas Adictivas del Adolescente. Área de Salud Mental

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