Los beneficios de viajar para los niños

Viajar aporta a los niños grandes beneficios para desarrollarse social y emocionalmente, y les genera una nueva actitud ante la vida y hacia los demás.
Para la mayoría de personas, viajar tiene efectos muy positivos: permite desconectar de la rutina y el estrés, vivir experiencias inolvidables, reencontrarse con uno mismo, abrir la mente, conocer otras realidades y culturas, etc. Los niños no son una excepción, a través del viaje, disfrutan de buenos momentos en familia, desarrollan un pensamiento más racional, reflexivo y crítico y, además, adquieren nuevos valores y habilidades de tipo emocional y social, entre otros.
No hace falta irse muy lejos para que los niños puedan disfrutar de la experiencia de viajar y de todos los beneficios que ello conlleva. Sea al pueblo de al lado o en otro país, irse a un lugar con una cultura totalmente diferente debe servir como espacio de formación y aprendizaje, claves para el desarrollo y maduración personal de los pequeños.
Viajar también sirve para aumentar la capacidad de observación, que incentivará a los niños a adoptar un papel más crítico y reflexivo ante la vida. Verán nuevas realidades, conocerán personas diferentes, nuevas culturas, nuevos idiomas, nuevas maneras de hacer... Esta nueva visión de otras realidades potenciará el sentido aventurero y explorador de los pequeños, el de querer conocer y descubrir nuevos lugares. En definitiva, destapará su curiosidad. También aprenderán a ser más respetuosos y tolerantes con los demás y con el medio ambiente.
Las diferentes situaciones que vayan apareciendo durante el viaje, ya sean reconfortantes o problemáticas, fomentarán la capacidad de adaptación, la flexibilidad y la paciencia de los niños. También, y no menos importante, permitirán experimentar la toma de decisiones para encontrar soluciones a los obstáculos que vayan apareciendo.
Una de las necesidades más importantes para los niños es sentir que pertenecen a un grupo, y viajar es una buena manera de reforzar las relaciones más estables y significativas para su desarrollo. Se crea un espacio ideal para el aprendizaje de valores, de respeto por las normas, y para el desarrollo socioafectivo y emocional con la familia. Ya durante la planificación del viaje, es importante hacer a los niños partícipes de las experiencias que vivirán; esto les motivará, los capacitará para la toma de decisiones, fomentará la autodeterminación y los hará sentirse valorados.
Durante el viaje, dejar que decidan y que, en ciertas partes del viaje, sean ellos los que digan qué hacer o adónde ir (es decir, que dejen ver sus preferencias), permite que desarrollen la autonomía y la personalidad desde edades tempranas. También se les debe preguntar cuál es su opinión antes, durante y una vez terminado el viaje. Como ya se ha comentado, esta actitud reforzará el desarrollo del pensamiento crítico y racional.
No hay que olvidar que viajar es la mejor manera de conocer la historia del lugar que se visita y de poner en práctica los conocimientos adquiridos del idioma que se está aprendiendo. También es una oportunidad para conocer nuevos sabores y olores.
Si bien es cierto que hay mucha literatura y recursos sobre viajes (apps, cuentos, películas, etc.) y esto permite hacer volar la imaginación y la fantasía, los niños aprenderán mucho más si viajan de verdad.
Viajar con niños puede ser una experiencia muy agradable y placentera que no se acaba el día de regreso, ya que crea memorias y experiencias inolvidables que acompañarán a los niños a lo largo de toda la vida.