El arte de educar, porque los hijos no vienen con manual de instrucciones

20/01/2014

La mayoría de los padres, en determinados momentos, han imaginado como de maravilloso sería que los niños y niñas nacieran con un manual de instrucciones bajo el brazo. De esta manera, sería más fácil cumplir su deseo de ser un buen padre.

Pero la realidad es que no existe, ni puede existir, el anelado manual de instrucciones ya que cada niño es único. Desde que nacen, los niños nos muestran que tienen su manera de ser. La evolución psicológica que alcance un niño depende de muchas variables: de su potencial y temperamento innatos, los lazos emocionales que establezca con sus seres queridos y de las vivencias que le sucedan. Por eso, los hermanos, aun habiendo sido criados por los mismos padres y en la misma casa, tienen personalidades diferentes .

Los padres sensibles intentan conocer, entender y responder adecuadamente a su hijo. La respuesta sensible de los padres favorece un buen desarrollo emocional y cognitivo; un desarrollo armónico que le permite afrontar mejor los cambios y problemas de vida y lo protege de la enfermedad mental.

Promover y proteger la salud mental de los niños

A continuación se listan y se describen brevemente los principales aspectos que padres y otros cuidadores pueden trabajar para promover y proteger la salud mental de sus hijos. Básicamente se trata de:

Tener cubiertas las necesidades básicas

Hambre, sueño, higiene y salud. Si el niño o la niña sufren carencias en estas áreas, pueden desencadenarse trastornos como el del retraso del crecimiento. 

Dar muestras de afecto

Para estimular el crecimiento cerebral del bebé es imprescindible que las muestras de afecto sean cálidas y cariñosas y que se establezca un contacto físico (caricias, besos, abrazos ...). Cuando el niño sea mayor, el afecto también se puede mostrar mediante el lenguaje.

Si el niño le falta afecto puede desarrollar cuadros depresivos, una personalidad insegura, etc.

Trabajar la empatía 

La empatía es la capacidad para ponerse en el lugar o en la piel de otro. Empatía es preguntarse cómo se debe sentir la otra persona. Los padres a través de la empatía pueden intentar conocer los sentimientos, ideas e ilusiones que motivan la conducta de sus hijos. Cuando los padres son empáticos y miran el interior del niño, éste, a su vez aprende a mirar a su propio interior, a reconocer y a comprender sus emociones.

Los niños con trastornos graves tienen dificultades para empatizar y como consecuencia de ello, tienen problemas en las relaciones sociales.

Dedicar tiempo  

El estrés y la falta de tiempo para dedicar a la familia y los niños es un problema actual en muchas familias, que se ven obligadas a delegar en otros la crianza de sus hijos. Cuando el tiempo que los niños pasan a cargo de otras personas los priva de un contacto suficiente con los padres, o los niños están a cargo de múltiples cuidadores, se puede hablar de abandono emocional. Este tipo de abandono ocasiona trastornos muy variados.

Es imprescindible compartir el tiempo con los hijos, jugar con ellos, contarles cuentos, escucharlos, etc.

Animarlo y felicitarlo

Favorecer la adquisición de capacidades nuevas y felicitar a los niños por sus éxitos, pequeños o grandes, afecta positivamente a la autoestima y el sentimiento de ser capaz de alcanzar metas.

Prepararlo ante nuevas situaciones  

Anticipar al niño lo que se hará (por ejemplo, quien lo recogerá en la escuela), le permite prever mentalmente las situaciones y le da una mayor seguridad.

Enseñarle a esperar y a prepararse para la decepción

Que el niño aprenda que no todo lo que desea lo puede conseguir o que para hacerlo debe esperar, son lecciones muy valiosas que los padres dan a sus hijos cuando se frustran en ciertos deseos. Esto los fortalece como personas y los prepara para las inevitables frustraciones de la vida.

Enseñarle a ser autónomo  

Los niños para llegar a ser autónomos deben satisfacer primero sus necesidades de dependencia; recibir afecto y ánimos da la seguridad necesaria para explorar el mundo. Es aconsejable que los padres acepten la dependencia afectiva de sus hijos, al tiempo que los animan a confiar en sí mismos y con los demás.

Tratar de ser coherentes 

Tratar de ser coherentes como personas y como padres en los actos y no sólo en las palabras. Los niños saben cómo somos por lo que hacemos y no por lo que decimos que hacemos. 

Poner límites 

Los niños necesitan límites que los protejan de los riesgos externos y a veces de sí mismos. Con el crecimiento y desarrollo emocional de los límites externos se interiorizan y ayudan a la persona a autorregular su conducta.

Tanto el exceso como el defecto de límites, ocasionan trastornos.

Es importante recordar:

  • El arte de ser padres se basa en observar los aspectos personales de cada hijo e intentar comprender sus necesidades en cada etapa de su vida.
  • Los niños necesitan que los padres sean cariñosos, que los cuiden física y emocionalmente, que atiendan sus preocupaciones intentando comprenderlos, ofreciéndoles un entorno seguro y unos límites y pautas educativas coherentes.
  • Si el niño presenta síntomas emocionales o muestras de sufrimiento, conviene solicitar la ayuda a un profesional para que ayude a comprender lo que pasa y buscar las soluciones más adecuadas.