El contagio emocional es un fenómeno emocional intragrupal, en el cual todo el grupo o una parte importante de él experimentan la misma emoción. El contagio emocional es la transmisión directa de una emoción de una persona a otra. Este fenómeno puede ocurrir sin la intención de provocarlo. Aunque también puede darse en situaciones intencionales. Esto implica considerar que las emociones se expanden como si de un virus se tratase. Lo cual puede suceder tanto en las relaciones interpersonales como intragrupales.
- En el contagio automático se produce de forma inconsciente, sin esfuerzo ni intención de provocarlo.
- En el contagio controlado se provocan conscientemente, con intención y esfuerzo. La “risa de canal” es el efecto provocado por poner un fondo sonoro de risas durante la emisión de un programa televisivo de humor. La “risa de canal” tiene como objetivo inducir la risa en el espectador, como una especie de contagio emocional provocado.
Una forma de contagio emocional intencional es el que se propone producir un líder carismático: emociones basadas en el grupo que predispongan a una determinada acción. Si se trata de un líder positivo, se puede provocar un contagio emocional que predisponga a manifestarnos a favor de la igualdad de derechos; por ejemplo entre negros y blancos como es el caso de Martin Luther King. Pero si el líder es negativo se puede provocar un contagio emocional que predisponga al genocidio de los judíos, como sucedió en la Alemania nazi.
Todos podemos experimentar contagio emocional. Por otra parte, todos podemos contribuir al contagio emocional. Y lo curioso es que esto se produce, en general, de forma bastante inconsciente. El contagio emocional puede ser positivo o negativo. Si el contagio es de alegría compartida, humor, altruismo, amor, compasión, etc., bienvenido sea. Por ejemplo, en un concierto multitudinario de rock es fácil que se produzca un contagio emocional. También en un estadio de fútbol. A veces se pueden generar climas emocionales tóxicos, auténticos contagios, en los cuales nadie se atreve a opinar de forma diferente por miedo al rechazo o a ser víctima de la violencia del grupo. Entre los adolescentes, en las denominadas tribus urbanas, se producen contagios emocionales negativos que pueden inducir a comportamientos de riesgo, tales como vandalismo y violencia. Esto nos lleva a la importancia de la autonomía emocional, de la que se trata más adelante.
El contagio emocional está influido por el tipo de vínculos interpersonales y por el poder. Es más probable que nos sintamos contagiados por las emociones de personas con las cuales mantenemos unos vínculos afectivos próximos y satisfactorios, que no con personas desconocidas o con las cuales mantenemos relaciones lejanas o conflictivas.
Respecto al poder, la persona que se percibe como superior en una relación es la que tiende a contagiar a las que se perciben como inferiores. Esto se debe en parte porque se percibe que la persona superior tiene recursos para hacer que nuestras vidas sean mejores o peores. Se crea una cierta dependencia emocional entre unas personas respecto de otras. De todas formas, el contagio emocional en general es bidireccional. Una persona influye en otra y la emoción de ésta repercute en la primera. Esto sucede sobretodo en un tipo de relaciones caracterizadas por la igualdad.
Una persona se contagia solamente si está dispuesta a dejarse contagiar. Lo que pasa es que muchas veces no somos plenamente conscientes de ello y nos dejamos contagiar desde una cierta inconciencia emocional. De esto se deriva la importancia de la conciencia emocional, que es uno de los aspectos esenciales de las competencias emocionales.
La conciencia emocional: la primera competencia emocional
La empatía y el posible contagio emocional consecuente tienen una manifestación particular en el caso de enfermedad grave por parte de un miembro de la familia. En estas situaciones es lógico que se genere un clima emocional caracterizado por la tristeza, aflicción, pena, desconsuelo, pesimismo, desaliento, desgana, abatimiento, preocupación y desesperanza. Las expresiones de emociones relacionadas con la tristeza son frecuentes en las visitas a personas enfermas. La empatía y el contagio emocional dificultan experimentar otro tipo de emociones. De esta forma, el mismo enfermo se siente inmerso en una negatividad emocional que no le ayuda a sobrellevar o superar su situación.
Hace falta mucha competencia emocional para comunicar emociones positivas en tales situaciones. Sin embargo, es posible hacerlo. Lo cual no significa que sea fácil; se puede afirmar que es muy difícil. Pero tal vez sea deseable. Cuando uno está enfermo, ¿qué es preferible, que las visitas le transmitan su tristeza como manifestación de empatía o que le transmitan emociones positivas (por ejemplo humor) a pesar de todo?
Conviene dejar claro que la empatía es un valor que conviene potenciar y educar. Pero en ciertas situaciones un exceso de empatía nos puede hacer vulnerables. Es el caso de un médico de urgencias que tiene que atender a personas malheridas en un accidente. El impacto emocional que le provocan las heridas podría disminuir su eficacia profesional. Por esto es importante que la sensibilidad de la empatía no nos haga vulnerables. Hay que tener sensibilidad con invulnerabilidad.
Muchos pensarán que en caso de estar enfermos prefieren que las personas que le visiten le transmitan emociones positivas (humor, alegría). Para la tristeza “ya se bastan ellos solitos”, no necesitan ayuda de nadie, y mucho menos en estas situaciones. Pero hay que reconocer que esto es difícil. En general, si uno visita a un enfermo se siente más predispuesto a comunicar tristeza que no alegría o humor. Se necesita una competencia emocional extraordinaria para reconvertir la predisposición natural a la tristeza en estas situaciones, en contagio emocional positivo. Pero merece la pena intentarlo. Y merece la pena educar a las personas para ello.
Ejemplos excelentes de sensibilidad con invulnerabilidad son las experiencias de los payasos en los hospitales. Por ejemplo en el Hospital Sant Joan de Déu, el colectivo Pallapupas es capaz de crear contagio emocional positivo a pesar de la enfermedad y el ambiente emocional negativo que la rodea. El video "Seguiremos", de Macaco y a iniciativa de una peciente de la planta de oncología del hospital, es un ejemplo de contagio emocional positivo a pesar de la adversidad.
En el Hospital de la Vall d’Hebron, el Màgic Andreu, con su humor mágico, también reconvierte emociones negativas (tristeza) en contagio emocional positivo (humor, alegría). Estas acciones tienen por objetivo que los niños hospitalizados superen el miedo a la enfermedad y al hospital a través de experiencias de juego, ilusión y risa. Es un cambio emocional contagioso que puede influir significativamente en el desarrollo de la enfermedad.
La experiencia pionera de estos hospitales en Child Life, que es como se denomina técnicamente, debe ser mejor conocida como experiencias pioneras en contagio emocional positivo (Bisquerra, et al., 2012). En el siguiente vídeo se muestran las distintas actividades realizadas en el Hospital Sant Joan de Déu dirigidas a incentivar el contagio emocional positivo, entre ellas las realizadas por Núria Serrallonga, Child Life del hospital.
Dado que el contagio emocional es bidireccional, no solamente tenemos que pensar y decidir sobre las emociones de las cuales nos vamos a dejar contagiar y cuáles no. Sino que también tenemos que decidir sobre ¿qué emociones nos proponemos contagiar en nuestro entorno? ¿Ira, odio, ansiedad, angustia, tristeza y contribuir al malestar? ¿O más bien emociones positivas como alegría, humor, respeto, agradecimiento, bienestar?