La psicomotricidad
Laia Delriu, psicóloga infantil y directora del centro infantil Dintell de Barcelona, detalla que la psicomotricidad es "la capacidad que tenemos los seres humanos para generar un movimiento para nosotros mismos". "Cada movimiento, por sencillo que sea -matiza- es posible gracias a la interacción de ciertos músculos, y está controlado por procesos complejos del cerebro. Intervienen muchos factores a la hora de movernos, y en el caso de los niños también ". Delriu argumenta que es "importante saber que los movimientos deben ser aprendidos y practicados a lo largo del tiempo; así los resultados son más efectivos y duraderos en el tiempo ".
La psicóloga infantil apunta a que los componentes de las habilidades motrices son la constancia y la resistencia, la fuerza y dosificación de la energía, la agilidad, coordinación y control del cuerpo, la velocidad y capacidad de respuesta y el equilibrio. Es normal que cada niño destaque más en un aspecto que en otro.
Por eso reflexiona: "Los profesionales debemos ser capaces de detectar cuál es el punto fuerte y cuál el débil de cada niño y acompañarlo, estimularlo y darle herramientas para que desarrolle capacidades que quizá ni él mismo sabía que tenía" . La experta, que hace dos décadas que trabaja con niños de 0 a 3 años, tiene claro que "nunca se debe subestimar a los niños y pensar que no son capaces de hacer según qué cosas". "Todo lo contrario -asegura-, debemos ofrecerles espacio, seduciéndoles con propuestas estimulantes, proporcionándoles confianza y dándoles tiempo: seguro que obtendremos unos resultados ¡más que significativos!"
Un amplio abanico
El abanico del movimiento es muy amplio y la motricidad se subdivide en fina y gruesa. De muy pequeños los bebés comienzan a interesarse por el mundo que los rodea, y cada vez tienen más interés en tocar, moverse, desplazarse. "Si el cuerpo los acompaña, podrán disfrutar y buscar nuevos retos que los enriquecerán un montón", reflexiona Delriu. "Hay que estimular, pero no sobreforzar. O sea, no se deben quemar etapas antes de tiempo ", alerta. Y lo ejemplifica: "Si un niño de seis meses todavía no aguanta bien la espalda en posición vertical, sentado, no será bueno intentar que esté sentado...
Lo ideal sería respetar su propio ritmo hasta que llegue un momento que él, por sí solo, llegue a este estado", razona Delriu. La motricidad fina se refiere a tareas pequeñas y delicadas que se pueden hacer con los dedos o con músculos faciales, como coger, hablar, pintar, hacer la pinza con los dedos de las manos... La motricidad gruesa son los grandes movimientos del cuerpo, como correr, saltar..., y se desarrolla de la cabeza hasta los pies.
A través de ella, el niño va adquiriendo nuevas capacidades que le darán facilidad de movimiento corporal. En las guarderías se ofrece la cesta de los tesoros a los niños de entre 6 y 12 meses, un juego de exploración que consiste en poner elementos de diferentes texturas, materiales y formas - caracoles de mar, una esponja natural, argollas de cortina, una cuchara de madera, un embudo... - dentro de una cesta o caja. Con este juego el niño desarrolla la coordinación de ojos, mano y boca, ya que puede acceder fácilmente a los objetos y llevarlos a la boca para conocerlos.